Estudio de E. Pogosiants. Shájmati Riga, 1962.
La creatividad del prolífico Pogosiants es deliciosa, y si los finales artísticos son la poesía del ajedrez, esta maravilla es de gran premio. Las dos piezas negras de ventaja parecen insuficientes para impedir la transformación en dama del peón en c6. Y lo son. Lo maravilloso es que Pogosiants va descubriendo subrepticios recursos de las negras que obligan a tejer un juego preciso y espectacular de las blancas, en una borrachera de belleza: 1 c7, Tg8 2 Td8 (todo lo dicho en la introducción obliga a que ahora veamos una jugada muy especial) 2... Cd5!! 3 T - d5+ (coronar sería un mal negocio: 3 c8=D, Cb4+ 4 Ra3 -si 4 Rb1, Tg1+, y mate en tres- 4... Tg3+ 5 Dc3, T - c3+, tablas; y tampoco da nada 3 T - g8 por 3... C - c7, tablas) 3... Rb6 4 Td8 (ya estamos aquí otra vez; sin embargo, las negras vuelven a sorprendernos con un recurso impresionante) 4... Ab3+!! (defiende la torre de g8 y amenaza R - c7, de modo que la captura es obligada) 5 R - b3, Tg3+ (las negras se proponen tomar en c7, con un claro final de tablas; pero son las blancas quienes destapan ahora el frasquito de las esencias) 6 Td3!!, T - d3+ 7 Rc2 (si el rey negro toma en c7 y el blanco en d3, el final está ganado, como veremos; pero todavía quedan fuegos artificiales) 7... Td5 (o bien 7... Td6 8 c8=C+, Rc7 9 C - d6, R - d6 10 Rb3, ganando) 8 c8=D, Tc5+ 9 D - c5+, R - c5 10 Rc3, y las blancas ganan porque han ganado la oposición de los reyes. Por ejemplo: 10... Rb5 11 Rb3, Rc5 12 Ra4, Rb6 13 Rb4, Ra6 14 Rc5, Rb7 15 Rb5, Rc7 16 Ra6, Rc6 17 b4, Rc7 18 b5, Rb8 19 Rb6, Ra8 20 Rc7, Ra7 21 b6+, etcétera. Correspondencia: ajedrez@elpais.es
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de abril de 2006