La Generalitat y el Ministerio de Industria van a subvencionar la sustitución de electrodomésticos viejos por otros nuevos que consuman menos energía. No seré yo quien dude de la buena intención de nuestros políticos, pero no puedo menos que hacerme unas cuantas preguntas. ¿De dónde van a salir los 72 millones de euros? Seguramente, de otros proyectos que, me atrevo a sugerir, serán no menos urgentes e importantes, aunque, eso sí, no cuentan con el apoyo de los tenderos (un sector particularmente bien tratado por nuestro Gobierno) ni de los fabricantes de electrodomésticos (un sector particularmente proclive a llevarse sus fábricas a otros países). ¿Cuántos de los nuevos productos aumentarán nuestras ya abultadas importaciones? Si usted fuese fabricante o vendedor de electrodomésticos, ¿no aprovecharía la ocasión para subir un poco el precio, para compartir la subvención con el comprador?, a costa, claro, de los que pagamos los impuestos, que, claro, no van a bajar. Esta forma de sostener el consumo, ¿es la más adecuada, cuando las familias están ya fuertemente endeudadas y se espera que los tipos de interés suban de manera sostenida en los próximos meses? Y para acabar, ¿no valdría la pena que dejasen ya de manipular las decisiones de los ciudadanos?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de abril de 2006