Lejos de simpatizar con los nacionalismos, me sorprende enormemente ver cómo gentes que dicen no ser nacionalistas se envuelven continuamente en las banderas de sus patrias y se les llena la boca con el nombre de España, Catalunya, Euskadi, Francia, etcétera. Y esas gentes, además, tienen el valor de atacar furibundamente a los que se definen como nacionalistas o bien a aquellos que proclaman otro nacionalismo que no es el suyo. Aconsejaría al señor Bono, al señor Ybarra, al señor Maragall, a muchos tertulianos y a la mayoría de políticos del Partido Popular que reflexionaran.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de abril de 2006