Hoy hace 178 años que murió Goya. El genial aragonés residió en Madrid gran parte de su vida y aquí realizó sus mejores obras. Dejó esta ciudad sembrada de belleza y arrebatos. Aunque acabó sus días en Burdeos (1828), los restos descansan desde 1919 en la ermita de San Antonio de la Florida, bajo los frescos que él pintó, la Capilla Sextina de Madrid. Está enterrado sin cabeza; la había cedido a un médico para su estudio. Nada sabemos sobre los resultados del mismo, si es que se llevó a cabo. Pero el cráneo de Goya está en alguna parte; seguramente, en París o Burdeos. Una cabeza así es patrimonio nacional. Hay que dar con ella y traerla para acá. Esa cabeza ha de volver con su esqueleto, al igual que ocurrió hace unos años con el brazo incorrupto de Santa Teresa, raptado durante décadas por un particular que lo llevaba consigo en sus viajes.
Goya es el emblema más potente de Madrid, con permiso del oso y el madroño.
En casi todos sus retratos y estatuas aparece al borde de un ataque de cólera. No le faltaba razón, porque tuvo serios problemas con la Inquisición, que lo quería empapelar por La maja desnuda y otras pinturas "indecentes". Y porque, en 1824, harto del absolutismo de Fernando VII, emigró a Francia. Allí murió, como Machado y tantos otros. Hay varias estatuas del pintor en Madrid. La más conocida es la de Mariano Benlliure, que pertenece al gremio de monumentos itinerantes: estuvo en el Paseo de Coches del Retiro (1902); posteriormente, en la confluencia de las calles de Velázquez y Goya; desde 1945 preside la fachada del Museo del Prado; en el futuro, vaya usted a saber. Goya era un monstruo que logró plasmar magistralmente cosas tan dispares como La Asunción de la Virgen, los fusilamientos del 2 de mayo, las majas con y sin ropa, La Romería de San Isidro o El gran cabrón.
Hoy cumpliría 117 años Charles Chaplin, otro monstruo a su modo. Chaplin tuvo escasa relación con Madrid, pero el término "charlotada" nació en esta ciudad. Fue en 1928, cuando se rodó la película muda Charlot, español, torero, interpretada por el matador cómico José Martínez, el Chispa, que iba vestido de Charlot.
¡San Goya, consigue que no quedemos sordos como tú por culpa de los ruidos que nos acosan! ¡San Charlot, concédenos alegrías!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de abril de 2006