Napo no teme situaciones de racismo cuando salga a los campos de fútbol. Nunca las ha vivido en su experiencia como árbitro de balonmano "entre otras cosas porque yo soy muy abierto y cuando tu te abres a la gente se olvida el racismo", asegura.
Lo que sí comparte es la queja habitual de los árbitros en las categorías inferiores: "Lo peor, sin duda, son los padres. Bueno, digamos que algunos padres para que no se enfaden". Del curso hubo dos cosas que le hicieron especial ilusión. La primera conocer a Andoni Zubizarreta. "Allí en mi país los chicos cuando jugaban al fútbol en el barrio hacían como aquí: 'yo soy tal, yo soy cual'. Y muchos de los que se ponían de portero siempre decían: 'yo soy Zubi'. Siempre he admirado a Zubi. El otro día hablé con mi mujer y cuando le dije que había estado con él no se lo creyó".
También ha conocido al árbitro Iturralde González "con quien tuvimos una reunión muy interesante y hemos quedado para jugar un partido contra él y su gente". De sus consejos, Napo se quedó sobre todo con uno: "Entre la teoría y la práctica hay un abismo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de abril de 2006