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Crítica:

Los presuntos desmanes de una eléctrica

El documental de denuncia política vive su apogeo gracias al impacto de unas películas cuyo mensaje ha llegado a la colectividad pero que, quizá, no ha hecho la mella deseada.

De Bowling for Columbine a La pesadilla de Darwin pasando por ¡Viva Zapatero!, el cine se alza contra unas situaciones político-sociales de las que España tampoco escapa. A obras como Hay motivo y El efecto Iguazú se une ahora Apaga y vámonos, estimable documento de los, según se denuncia, presuntos desmanes empresariales, culturales, sociales y ecológicos de Endesa en tierras chilenas.

Como Morgan Spurlock en Super size me o Michael Moore en Roger and me, Bowling... y Fahrenheit 9/11, Manel Mayol utiliza una estructura basada en la denuncia a través de diversas entrevistas, en el ágil montaje y en los infructuosos intentos del propio director para poder entrevistar al responsable máximo en Chile de la empresa acusada. Mayol demuestra imaginación (su propuesta al presidente de la Fundación Pablo Neruda es magnífica), ironía y hasta sentido del humor para contar la situación, aunque este tipo de documentales siempre quedan algo cojos al no conocerse la opinión de la parte contraria.

'APAGA Y VÁMONOS'

Dirección: Manel Mayol. Género: documental. España, 2005. Duración: 87 minutos.

Oportunidades para ello ha habido de sobra, lo que inevitablemente lleva a pensar que el que calla, otorga. De hecho, las cifras pagadas a los lugareños por sus tierras no se corresponden según se vaya a la hemeroteca y se repasen informaciones basadas en fuentes de la empresa o se acuda a las declaraciones de los mapuches en la propia película.

Mayol lo resume con una frase acusatoria: "En mi pueblo dicen que es mejor ser mudo que tartamudo".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de abril de 2006