El ciclista de moda, Alejandro Valverde, se quedó aislado a poco más de tres kilómetros de la meta después de que otro español de la nueva ola, Alberto Contador, madrileño de Pinto, moreno, fibroso, se pusiera de pie sobre los pedales para atacar en una de las rampas más duras de la subida a Leysin, donde ayer terminó la tercera etapa de la Vuelta a Romandía.
Solo, sin su fiel Joaquín Rodríguez, Purito, el equipier que tan bien le guía en las subidas, rodeado de rivales con pocas ganas de echarle una mano, Valverde intentó limitar la pérdida.
Solo, delante, Contador, pedalada fluida, armónica, se ponía de pie para acelerar el ritmo, se sentaba y seguía, perseguía rematar la estretegia de todo su equipo; perseguía su primera victoria de un año comenzado con enormes expectativas y hasta ayer vacío de victorias. Lo consiguió Contador. Doblemente: Ganó la etapa, con 24s sobre Valverde; es el nuevo líder, con 16s sobre el murciano. Hace un año, Contador ganó también una etapa en Romandía. "Pero aquello fue diferente", dijo el escalador madrileño. "Aquella fue mi quinta victoria de la temporada, y ésta es la primera, lo que la hace más especial".
Tras otra dura etapa de montaña hoy, la carrera suiza se resolverá mañana con una contrarreloj de 20 kilómetros en Lausana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de abril de 2006