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CARTAS AL DIRECTOR

Libertad de prensa

Castelldefels, Barcelona

El 3 de mayo se ha proclamado el Día Internacional de la Libertad de Prensa para que todas las personas puedan expresarse libremente. Que Naciones Unidas haya reservado un día a este derecho nos recuerda que en muchos países del mundo todavía es peligroso expresar o difundir ideas y opiniones, aunque se haga sin recurrir a la violencia. Es el caso de Nguyen Vu Binh, periodista vietnamita que desde 2002 se encuentra cumpliendo condena de siete años de prisión, más otros tres de arresto domiciliario, acusado de espionaje.

Nguyen Vu Binh, que había trabajado como periodista en la revista Tap Chi Cong San, publicación del Partido Comunista vietnamita, llevaba un tiempo trabajando por una reforma política y económica en su país e intentó formar un partido democrático de oposición, por lo que sufrió el hostigamiento de la policía y fue detenido en varias ocasiones. En 2002 se dirigió al Congreso de Estados Unidos denunciando la falta de libertades en Vietnam y, a través de Internet, publicó un ensayo criticando un reciente tratado fronterizo entre su país y China. Estos hechos desencadenaron su encarcelamiento y denegación, en 2004, del recurso interpuesto tras la condena.

Vietnam es país firmante del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, no obstante utiliza la legislación para la seguridad nacional de forma perversa, con el objetivo de recortar y eliminar actividades de oposición al Gobierno, según ha denunciado Amnistía Internacional en varias ocasiones.

Desde hace un tiempo, Vietnam se ha convertido en un apreciado destino turístico, la belleza de sus paisajes y hospitalidad de sus habitantes lo justifican y es posible que una mayor afluencia de visitantes de otros países pueda favorecer cambios positivos en el futuro. Pero por ahora seguimos necesitando un 3 de mayo.

Una sugerencia a futuros viajeros: cuando se deleiten con la maravillosa naturaleza, monumentos y arte de este país, dediquen un sencillo recuerdo para Nguyen Vu Binh y todos los vietnamitas que sufren en prisión injustamente desposeídos de sus derechos y de la compañía de sus familias. Ellos han cometido el mismo "delito" que el que cometo yo ahora escribiendo esta carta, con la diferencia de que yo no he corrido ningún riesgo al hacerlo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de mayo de 2006