Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Una enorme mentira

Tengo 35 años y soy padre de una hija que accede por primera vez al colegio. Siempre he sido partidario de la educación pública; de hecho, donde vivo, en Vicálvaro, los centros públicos son los que tienen más prestigio.

Acabo de descubrir la enorme mentira de la mal llamada libre elección de educación para nuestros hijos. Las posibilidades, a priori, parecen todas, pero si no estás en la categoría de familia numerosa, no tienes un hijo o familiar ya en el centro, no eres inmigrante; si, después de una carrera universitaria, tú y tu mujer tenéis la desgracia de ejercer profesionalmente (igualdad de la mujer mediante), es decir, de contribuir a los presupuestos de la Administración "pública" doblemente, entonces las posibilidades se evaporan y estás en manos de un proceso sólo numérico en el que tu hijo acaba en el centro menos solicitado, es decir, el peor de los posibles.

Asisto a ese proceso, en el que te descubres renunciando por temor a las matemáticas, incluso a tus primeras opciones -en nuestro caso, el C. P. Vicálvaro, el mejor de nuestra área de influencia-, incrédulo e impotente. Mi hija estudiará donde la Administración decida, en eso no contará nuestra libre elección.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de mayo de 2006