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CARTAS AL DIRECTOR

¡Niño, apaga la luz!

Cuando era pequeño, mis padres y abuelos siempre me recordaban que apagara la luz al salir de las habitaciones. Era época de restricciones. Ahora no hay restricciones, y con gran frecuencia nos dejamos encendidas las luces, el televisor y el ordenador, como si la energía no fuera a faltar nunca. Pero el precio del barril de petróleo nos recuerda que los combustibles sólidos pueden agotarse, además de que están contribuyendo a incrementar el efecto invernadero. En cuanto a las energías renovables están poco desarrolladas, lo que hace que su aporte al consumo total sea muy bajo, mientras que los costos de producción del kilovatio son muy altos. Además, algunas de ellas como la energía nuclear y la eólica también plantean problemas ecológicos.

Creo que es imprescindible que todos empecemos a consumir energía de forma responsable. Quizá no sea necesario que muchos comercios mantengan encendidas las luces todas las noches y que algunas ferias se singularicen por el número de bombillas que lucen. Y en Navidad, mejor que mantener tanto adorno luminoso en las calles y en los grandes almacenes, tratar de desplazar el calor de las fiestas al interior de los hogares. Aunque no conseguiremos nada si no empezamos por recordar a nuestros hijos que apaguen las luces, y que también las apaguemos nosotros. Como hacían nuestros abuelos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de mayo de 2006