Hace unas semanas nos encontramos con la agradable sorpresa de un artículo de Ramín Jahanbegloo en las páginas de EL PAÍS. El pasado jueves, sin embargo, esta alegría desapareció con la noticia de que este notable filósofo iraní había sido detenido por las autoridades de su país cuando se disponía a coger un avión con destino a Bruselas.
La detención de este filósofo supone un paso atrás en las diferentes reformas que se iban planteando en Irán. El nuevo presidente de la República Islámica parece estar jugando con los diferentes argumentos de libertad y democracia. Así, un día permite a las mujeres asistir a las competiciones deportivas practicadas por hombres y ese mismo día encarcela a uno de los más notables pensadores iraníes. Jahanbegloo es un reformista. Es uno de los defensores de la democracia en su país, pero no sólo de una democracia como una herramienta para incluir a las sociedades musulmanas en el sistema de mercado, como hizo en la conferencia de Río en septiembre de 2002, sino de la democracia como el sistema complejo de libertades que ésta supone. Es, además, el defensor del papel de los intelectuales en el cambio y solución de los problemas que asolan la región de Oriente Medio.
Con él, otros filósofos y pensadores persas están dando un nuevo sentido a la idea de sociedad civil y de libertad de pensamiento, oponiéndose de una manera frontal a los pensadores más cercanos al poder del Estado. Además es un pensador que mantiene un diálogo constante con filósofos de otras culturas, intentando comprender no sólo su ámbito cultural, sino el del resto del mundo y la interacción de éstos. Así, entrevistas como las que mantiene con Noam Chomsky acerca del 11 de septiembre, la defensa de los conceptos de pluralismo político de Isiah Berlin, o incluso con autoridades gubernamentales como el presidente de Polonia, le convierten en un curioso que busca un camino en el que se puedan dar diferentes soluciones / alternativas a un pensamiento monolítico como el que se da en su país o como al que comenzamos a ver las orejas en nuestras sociedades occidentales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de mayo de 2006