Aprovechando que el petróleo parece acabarse, ya surgen voces que reivindican lo sublime de la energía nuclear y de las instalaciones que la procuran, además, muy limpia y barata. Ahora resulta que hemos estado equivocados durante muchos años, pues los peligros, contaminaciones, enfermedades... son inapreciables en comparación con lo satisfecho que puede quedar el consumidor y todo nuestro Estado del bienestar. Tanto es así que lo aconsejable es construir más centrales nucleares seguras y abandonar los utopismos de otras energías renovables: éstas sólo llevan a tal encarecimiento del coste de la vida que, en vez de renovables, se convierten en inviables. Así de claro lo dicen quienes parecen saber mucho del tema, o lo escriben, desde Alemania, por toda Europa y, claro, en España. Podríamos decir: "El debate está servido". Pero no, el debate -si es que lo hay- es muy restringido, el ciudadano se enterará (lamentablemente, como casi siempre) con la ley de los hechos consumados de la aprobación de proyectos de construcción de nuevas centrales nucleares en toda Europa. Ojalá me equivoque. Lo que sí sería profundamente preocupante es que, en definitiva, al ciudadano el tema le diese igual o incluso lo bendijese como imprescindible para su bienestar, porque un Chernóbil con la tecnología actual sería inexistente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de mayo de 2006