Bajo este título leo, con grata sorpresa, las primeras palabras sensatas en un editorial de su periódico sobre el psicoanálisis. Leyendo el artículo del día anterior (sábado 6 de mayo) y tantos otros a lo largo de los años, resulta sorprendente la insistencia en encargar artículos sobre este tema a colaboradores tan mal informados.
En su editorial se dice que hasta final del siglo XIX se atribuían las enfermedades mentales a deficiencias orgánicas de la estructura cerebral. Lamentablemente, desde mediados del siglo XX, y cada vez con más fuerza por la presión de la industria farmacéutica sobre una sociedad que cada día tolera menos el sufrimiento, no sólo es atribuida la enfermedad mental a deficiencias cerebrales, sino cualquier forma de expresión del malestar: la tristeza, la angustia, o los diversos síntomas que los seres humanos tenemos por el hecho de estar vivos y estar atravesados por el lenguaje.
El psicoanálisis no es sólo una teoría que desmitifica las diversas formas de taponar el malestar -como las drogas, los medicamentos o la religión- y el supuesto control de la conciencia sobre los pensamientos y los actos del ser humano. Es una ética del sujeto que cuestiona la intolerancia y la segregación y, fundamentalmente, una práctica clínica de diagnóstico y tratamiento.
El descubrimiento por Freud del inconsciente fue una verdadera revolución y sigue siendo un revulsivo para la conciencia. El inconsciente, esa verdad de la que no queremos saber nada y cuyos fantasmas guían nuestra experiencia a pesar nuestro, sólo se hace presente mediante la palabra.
La función del psicoanalista, mediante la escucha, es la de ayudar al sujeto a encontrar en sí mismo los resortes que le permitan hacerse cargo de su vida y darle una orientación más soportable al dolor de existir.
Sí, señor Reguera, el psicoanálisis cura a las personas que se comprometen en esa experiencia, y le aseguro que no sólo en las consultas privadas, sino en los servicios de Salud Mental públicos cada vez hay más personas que desean ser tratadas como un sujeto que como un conjunto de neuronas afectadas por déficit o exceso de serotonina.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de mayo de 2006