Objetivo cumplido. "La próxima temporada quiero disputar la final de un masters series", susurró Tommy Robredo (Hostalric, Girona; 1982) en abril de 2005, cuando peor estaba, cuando el dolor en su hombro derecho arremetía con fuerza. Después de varios antiinflamatorios, mucho hielo, algo de electroterapia y bastantes masajes de descarga, se dedicó a fortalecer el músculo y, en general, el brazo. Gracias a eso, ayer, en las semifinales del torneo de Hamburgo, pudo doblegar al croata Mario Ancic (7-5 y 6-4). Le queda la final, contra el checo Radek Stepanek, ganador del argentino José Acasuso (6-4 y 7- 6), pero si la ha alcanzado es por los pelos, por sus brazos.
Tras noquear a David Ferrer en los cuartos de final, Robredo recibió masajes, realizó estiramientos y se conectó a Internet para leer los mensajes de sus amigos. Ya de noche, se acercó al restaurante del club para tomar algo energético. Pero nadie se percató de su presencia y cerraron las puertas del local. Hastiado de no recibir socorro, optó por forzar las puertas del recinto. "Si no llega a ser porque tengo los brazos fuertes, habría pasado la noche en el establecimiento", explicó el tenista. Pero las puertas cedieron a su empuje y reposó en la cama del hotel.
Los brazos tampoco le fallaron ante Ancic. Entre otras cosas, porque tuvo a bien tirar passing-shots ante las reiteradas embestidas sobre la red del croata, quien se empecinó en jugar con saques y voleas, algo poco propicio tratándose de una pista de tierra batida.
Así, Robredo alcanza su primera final de un masters series y la segunda del año -perdió en la de Barcelona contra Rafael Nadal-. Sus brazos, Stepanek y la pista Hamburg Rothenbaum dictaminarán si vence y engorda su palmarés -Sopot (2001) y Barcelona (2004)-. Sus enfrentamientos con el checo le animan. Robredo ha ganado los tres que han disputado -Hamburgo (2003), Copa Davis (2004) y Barcelona (2006)-.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de mayo de 2006