Los ministros de Medio Ambiente de España, Francia y Andorra, Cristina Narbona, Nelly Olin y Pere Torres, respectivamente, llegaron ayer a un acuerdo en París con el que se comprometen a garantizar la viabilidad del plan de reintroducción del oso pardo en los Pirineos. La operación pretende hacer posible que la actual población de osos -entre 15 y 18 ejemplares- pueda multiplicarse. De entrada, con la suelta de cinco nuevos animales, cuatro hembras y un macho, procedentes de las montañas eslovenas y genéticamente muy próximos a la variedad pirenaica.
También hace falta reducir las causas de mortalidad de la especie y, sobre todo, garantizar el seguimiento de la evolución de los animales y limitar así los hipotéticos daños que puedan causar.
Cristina Narbona anunció que las tres comunidades autónomas españolas implicadas en el plan -Navarra, Aragón y Cataluña- recibirán en total un millón de euros para cofinanciar las actividades de seguimiento científico, la prevención de desperfectos y la mejora de las condiciones de vida y trabajo de los habitantes de las zonas afectadas por la presencia del oso.
La ministra española pidió a su homónima francesa que se informase a las poblaciones de las dos vertientes de los Pirineos del deambular de los plantígrados. Se trata de limitar sus ataques contra los rebaños y de evitar que se reproduzca un ataque como el que mató a la osa Canelle, abatida en el valle de Aspe en 2004.
A muchos pastores la presencia del oso les obliga a un control más estricto de los rebaños que no parecen poder asumir.
La Federación Regional de Sindicatos de Explotaciones Agrícolas (FRSEA) ha organizado manifestaciones en contra de la suelta de osos y obligado a que dicho acto se celebre en una práctica clandestinidad. "Nos obliga a reforzar la vigilancia", dijo un portavoz de FRSEA, que tampoco aprueba los intentos de matar a los osos ofreciéndoles botes de mermelada con clavos y cristales en su interior.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de mayo de 2006