Tengo 38 años, los últimos 11 trabajé con contratos de diferente duración para una empresa que a su vez trabajaba para la Administración local. A la hora de realizar el finiquito, la Ley de Contratos no me otorga ninguna compensación económica porque mi último contrato (indefinido) se firmó en 1999. A bote pronto, he trabajado 10 años subcontratado para la Administración sin recibir más que lo lógico, que es el salario y cotizaciones. Le sigue un periodo de seis meses que no finalizo, ya que en la última semana la Administración me contrata para el mismo servicio, pero directamente, y al no finalizar mi contrato por mejora de empleo se me descuenta esa semana, más vacaciones, más finiquito, que esta vez sí correspondía. Es decir, cambiar de trabajo, mejorar, se penaliza -con la ley en la mano, eso sí-. Cumplo mis seis meses de trabajo en la Administración para cerrar un proyecto y quedarme sin empleo. Llega el momento de la declaración del IRPF y como he trabajado en dos sitios me toca pagar, pagar por trabajar. Como la Administración cerró el proyecto y me envió al paro, al tener de nuevo este año dos pagadores volveré a pagar en el siguiente ejercicio; de modo y manera que si uno trabaja paga y si se queda sin empleo paga. Viendo las fianzas y condenas que se ponen en este país por delitos monetarios, me estoy pensando seriamente en abandonar el lado de la decencia, porque trabajando no alcanzo para pagar lo que me cuesta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de mayo de 2006