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La Junta birmana extiende otro año más el arresto de Aung San Suu Kyi

Los generales que con su puño de hierro ahogan Myanmar (Birmania) desde 1962 volvieron ayer a hacer oídos sordos al clamor de su pueblo y de la comunidad internacional y extendieron por un año más el arresto domiciliario de Aung San Suu Kyi. De nada sirvió que el mismo secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, pidiera personalmente el viernes la liberación de la líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND) y premio Nobel de la Paz, que se encuentra desde hace tres años bajo arresto domiciliario y sin contacto alguno con el exterior.

En realidad, Aung San Suu Kyi, de 60 años, símbolo de la lucha por los derechos humanos de su pueblo, lleva encerrada más de 10 años de los últimos 16. En las elecciones libres celebradas en 1990, la LND se hizo con el 80% de los escaños del Parlamento, pero los militares se negaron a aceptar el resultado de los comicios y Suu Kyi, hija del general Aung San, héroe de la independencia birmana, fue puesta bajo arresto domiciliario.

Los generales birmanos no atienden a razones de nadie. Encajonada entre China, India y Tailandia, la dictadura manipula entre sus vecinos para sobrevivir. En diciembre pasado, los países de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), que siempre defendieron una "aproximación constructiva" -lo que permitió el ingreso de Myanmar en esta asociación-, pidieron a los generales la liberación de Suu Kyi y una "hoja de ruta" para la democratización del país. En la cumbre celebrada en Kuala Lumpur se escucharon voces que exigían sanciones económicas e incluso la expulsión de Myanmar, pero la Junta volvió a ofrecer por los pasillos de la reunión buenas palabras para después permanecer inamovible.

"Proceso democrático"

"Para que el proceso democrático y el de reconciliación nacional tengan éxito debe tenerse en cuenta que ella tiene un papel que jugar", dijo Annan el viernes, informó Reuters. Y añadió: "Confío en usted, general Than Shwe, en que hará lo que debe". Evidentemente, no lo hizo.

Después de que la población demostrase con su voto que quería un gobierno democrático liderado por la LND, los generales metieron entre rejas a Aung San hasta 1995. Después, recobró una libertad limitada y en cuanto el pueblo dio nuevas muestras de simpatía hacia ella volvió, en 2000, a ser confinada durante 20 meses, hasta el 6 de mayo de 2002. Esa última vez, apenas pudo disfrutar de la libertad un año.

Según la oposición, la dictadura birmana, uno de los regímenes más cerrados del mundo, tiene en sus cárceles a más de 1.000 presos políticos. Los militares, obsesionados con la posibilidad de una invasión exterior, comenzaron el año pasado a trasladar la capital al interior del país, a la zona de Pyinmana. Además, la situación económica es lamentable para la inmensa mayoría de los 50 millones de habitantes.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de mayo de 2006