Lamento tener que ocupar de nuevo una porción de este espacio que es de todos los lectores; hoy, para puntualizar las alusiones que me dedicó el profesor Joseba Arregui en EL PAÍS del 30 de mayo. Jamás he afirmado que la mayoría de los catalanes estuvieran o estén contra la Ley de Partidos, porque carezco de datos categóricos al respecto. Dije que nos hallábamos y permanecemos en dicha posición "muchos miles", cosa que me parece haber argumentado lo suficiente. Pero, sobre todo, rechacé la tesis de Fernando Savater, según la cual dicha ley sólo desagrada "a los que tienen un pie en el Parlamento y otro en la calle, con la capucha puesta". Éste, y no otro, es para mí el núcleo de la polémica: ¿discrepar de la Ley de Partidos le convierte a uno, de forma automática, en terrorista, filoterrorista o connivente con el terrorismo? ¿Se halla esa ley por encima del debate democrático y de la libertad de crítica?
Ni que decir tiene, me encantaría conocer, sobre este punto crucial, la cualificada opinión del señor Arregui.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de junio de 2006