Mal predica democracia su aguerrido columnista Hermann Tertsch (EL PAÍS, 30 de mayo de 2006, página 6) cuando sostiene, con desparpajo o convicción y anuencia, que el título de un libro [Cuba la revolución: mito o realidad, de Carlos Franqui] es "como para decapitar (sic) al editor imaginativo". Sí, se decapita poco, y no pasa nada. Y ya puestos a cortar cabezas, pongamos en la misma cesta la del editor y la del autor, por muy "entrañable y lúcido" que sea, propietario único en este caso del título, y en otra cesta, para no mezclar humores, la del columnista, por rebanarle una coma al título. Por si hay que elegir entre la imaginación, la información y la puntuación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de junio de 2006