Con más de cuarenta minutos (y un día) de retraso comenzó esta performance, irónico, perverso a ratos, donde el director consigue un producto aglutinado sin meollo coréutico, siendo éste su lado flaco: la carencia de una verdadera estructura coreográfica. La presencia en escena de dos importantes, sólidas y eficientes artistas como son Muriel Romero y Claudia Faci, arreglan bastante la papeleta, si a ello se suma una música en directo potente, contemporánea de toques siniestros y a veces con un perfume punk. De esa música precisamente dependen gran parte el ritmo de la hora que dura la obra y son unas letras algo ramplonas las que conducen las escenas. Las dos bailarinas aparecen travestidas como complejos iconos y se hacen acompañar de una muñeca articulada; ellas también son muñecas rotas dentro de un duro ritual de sexo, dominación y muerte. El problema fundamental está en saltar de esa primera imagen de gran contundencia hacia la sustancia interior y eso no está. Por otra parte, no se explica que se permita fumar en unas gradas cubiertas de plástico y en un ámbito cubierto.
Compañía Mateo Feijóo F. F. S. S. Propuesta escénica.
Dirección: Mateo Feijóo; música: El Intruso; voz y texto: Maite Dono. Iluminación: Miguel Camacho. Vestuario: Karmen Abarca y Maru Domínguez. La Casa Encendida, Madrid 3 de junio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de junio de 2006