Los incendios forestales se convierten, un verano más, en el principal enemigo de los bosques españoles. Más de cinco comunidades permanecen en alerta, un total del 55% del territorio que peligra íntegramente gracias, en parte, a las anormales temperaturas que vivimos estos días, sin olvidar las lluvias prácticamente inexistentes del invierno. Pero el peor enemigo de estos bosques no es la propia naturaleza, sino una bestia capaz de quemar a propósito y por placer: el pirómano. Siete de cada diez incendios son intencionados, y a pesar de este alarmante dato, año tras año, el número de incidentes aumenta sin que las autoridades puedan hacer nada por evitarlo. Señores, el riesgo forestal no es consecuencia de una mala gestión del Gobierno; es un problema de falta de concienciación cívica que empieza por nosotros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de junio de 2006