Millones de personas frente a un televisor. Expectantes. Ilusionados. Todos rivales, pero a la vez todos unidos por el fútbol. Las conversaciones se centran en un único tema. Los horarios se adaptan por el partido de su selección. Gritos, llantos y alegrías. Ha empezado el mundial.
Como en los demás países, en España también se espera con impaciencia este campeonato. Sin embargo, parece que existe cierta reticencia a ilusionarse demasiado. Después de tantos palos en el pasado, esta vez la población va precavida. Aunque, como siempre, están los más optimistas que confían en la selección. Este año hay un buen equipo. Hay buenos jugadores, aunque se podrían discutir algunos de los seleccionados. Ahora depende del seleccionador. Encontrar un equilibrio en todas las líneas y poner a los jugadores que estén más en forma. Ésa es la palabra clave: equilibrio.
Millones de españoles nos sentaremos a las tres para ver el partido de España. A muchos puede que lo del Mundial les parezca una tontería, pero esto es sentimiento y no se puede explicar. Como en todo, depende de gustos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de junio de 2006