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CARTAS AL DIRECTOR

Controlar el patrimonio natural

Leo con mucho interés y a la vez con preocupación el editorial del 15 de junio Tierra quemada, ya que como arquitecta que soy es un tema que me afecta de manera directa.

Vivo en "les Terres de l'Ebre" y por desgracia cada vez que me acerco a la vecina Comunitat Valenciana, se me cae el alma al suelo a la vez que yo misma sufro la total frustración y vergüenza ante determinadas normativas municipales, redactadas por algún "impresentable" que indirectamente se beneficia de este redactado mediante alguna "compensación" a través de encargos directos de algunas obras y seguramente "otros favores" económicos.

Estas normativas se están cargando los paisajes, están agotando los recursos naturales y encima están permitiendo que las costas tengan el aspecto que tienen... (no olvidemos Oropesa, Benidorm, etcétera, ¿de hecho quién puede?).

Yo creo que las instituciones, es decir, Estado, autonomía o municipio, no están capacitados para ordenar todo este caos, ya que siempre existe alguien que conoce a alguien, que a la vez conoce a otro y a otro... y acabamos mal siempre. El trato de favores en este nivel creo que es insultante.

Yo creo que los colegios profesionales deberían implicarse mucho más en este tema, tendrían que entrar de una manera más activa con el control y regulación tanto de la calidad arquitectónica como del respeto y mantenimiento del paisaje. Creo que habría que intentar promover una especie de oficina de revisión y ayuda (o algo similar, la palabra cuesta de encontrar) para el redactado de las normativas, con independencia de los municipios y grupos políticos. Y no solamente eso, ya que una parte muy importante a concienciar es a los promotores y constructores... mucho más difíciles de controlar y convencer.

Sé bien que todo esto seguramente sonará a utopía para algunos, pero igual se puede aportar con esto alguna idea que ayude a controlar algo más la desastrosa construcción de algunos lugares de nuestro país.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de junio de 2006