Los independentistas de Esquerra Republicana (ERC) se cuentan entre los perdedores del referéndum del domingo, y ayer su dirección lo asumió plenamente. "No hemos ganado. Lo reconocemos", dijo su líder, Josep Lluís Carod, al dar cuenta de la reunión de la ejecutiva de la formación. Acto seguido, añadió el matiz que más le interesaba. "Pero no hay autoridad alguna por encima del pueblo de Cataluña, y el pueblo ha legitimado con sus votos este Estatuto".
Esta toma de posición marcaba el fin del emparejamiento forzoso con el PP a que le obligaba la predicación del no en el referéndum. Carod la calificó de coincidencia "formal, que no de contenido", pero reconoció que ha resultado perjudicial para su partido porque "ha llevado a muchos electores catalanistas al sí o a la abstención". Por si no había quedado bastante claro, Carod sostuvo que las normas democráticas son claras y que los porcentajes de participación y abstención "no le quitan ni un milímetro de legitimidad al resultado".
Dicho esto, ayer era día de autocríticas para ERC. Una de ellas, asumida por Carod fue ésta: siendo sólo la tercera fuerza de Cataluña, ERC se impuso lograr una gran reforma institucional "sin fuerza política suficiente para controlar el proceso, sobre todo en su fase final". Ésta fue otra: a partir del acuerdo entre José Luis Rodríguez Zapatero y Artur Mas, Esquerra "tardó demasiadas semanas en fijar su posición", con lo que desorientó a sus electores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de junio de 2006