La ministra de Sanidad, Ulla Schmidt, ha propuesto crear un fondo al que los asegurados y las empresas pagarán las contribuciones y que, completado con una inyección del Estado procedente de la recaudación fiscal, pagará a las cajas de salud.
El caballo de batalla son aquí los seguros privados, cuyos clientes no contribuyen a mantener la sanidad pública. Los socialdemócratas consideran que el modelo actual es insolidario, ya que los más ricos no arriman el hombro y la carga de la sanidad pública se reparte entre los que perciben ingresos más bajos.
En un intento de defender a su clientela política, acostumbrada a los privilegios de la salud privada, los democristianos se niegan a obligar a los asegurados privados a contribuir, y aceptan hacerlo sólo con los nuevos clientes de las cajas privadas. Habrá que encontrar "otras formas de solidaridad", dijo ayer Merkel.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de junio de 2006