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Reportaje:GITANAS INFLUYENTES

Sello romí

Beatriz Carrillo quiere crear una marca de calidad gitana desde la federación Fakali

Las mujeres gitanas viven en ebullición, aunque al resto de la sociedad le cueste darse cuenta. Prueba de ello es la presencia de Mari Carmen Carrillo y Beatriz Carrillo, dos andaluzas nacidas en Puente Genil y Palma del Río (Córdoba), en el Consejo Estatal del Pueblo Gitano, creado recientemente por el Gobierno. Las dos primas ilustran la lucha contra los clichés discriminadores. Mari Carmen rompió moldes al convertirse en la primera concejal gitana de una capital. Beatriz fundó la primera asociación de universitarias gitanas de España.

Beatriz Carrillo (Palma del Río, Córdoba, 1975) es la hija de un histórico del movimiento asociativo gitano, José Carrillo. Así que a los 14 comenzó a arrimar el hombro en las escuelas de verano y, ahora que ha superado la treintena, se ha convertido en la presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas de Andalucía (Fakali), que aglutina a seis entidades que representan a unas 2.000 mujeres.

Fakali participa en el proyecto Eurorromí, que ha recibido 1,3 millones de euros financiados por el Fondo Social Europeo, la Junta de Andalucía y entidades sociales, para fomentar la inserción laboral de las gitanas, bien como emprendedoras (cuenta propia) o como asalariadas (cuenta ajena). El programa, que durará dos años, tiene una idea estrella: la creación de una marca específica, un sello romí, para identificar los productos elaborados por las mujeres que se benefician de esta iniciativa en Sevilla (repostería), Córdoba (moda y estilismo), Granada (museo histórico de la mujer gitana) y Jerez (ruta del flamenco).

Sin ninguna duda, son las mujeres gitanas las que están haciendo bullir a su entorno. "Las políticas de igualdad están facilitando el camino, se está dando cierta visibilidad y se está recuperando la actitud reivindicativa de las mujeres", plantea Carrillo. También hay quejas porque Beatriz alimenta el espíritu crítico y rebelde, que la animó a fundar la primera asociación de mujeres gitanas universitarias en Andalucía, Amuradi, mientras estudiaba Trabajo Social. "Éramos conscientes de que no teníamos las mismas oportunidades para ir a la universidad y pensamos que así ayudaríamos a romper estereotipos".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de junio de 2006