Según el Diccionario estadístico histórico de España y sus posesiones de ultramar, de Pascual Madoz, en la provincia de Córdoba había 292 fanegas cultivadas de escaña a mediados del siglo XIX, unas 188 hectáreas. María del Mar Gutiérrez, conservadora del Museo Etnobotánico del Jardín Botánico de Córdoba, explica que hoy apenas queda de esta especie el puñado de metros cuadrados que tiene José Aguilera plantado en su huerto de Priego. ¿Por qué? "Simplemente porque ya no es rentable", afirma este agricultor cordobés. Él la cultiva porque quiere que no se pierda lo que trabajaron su bisabuelo, su abuelo, su padre... "Las personas como José son los custodios de la biodiversidad y tienen una responsabilidad con la naturaleza", afirma Gutiérrez, quien mantiene contacto con algunos de estos agricultores que siguen utilizando las semillas de las especies que plantaron sus ancestros. Es algo muy raro, porque entre el 71% y el 83% de los cultivos españoles tiene su centro de diversidad genética en otros países, según José Esquinas, secretario de la Comisión Intergubernamental de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) sobre recursos genéticos para la agricultura y la alimentación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de junio de 2006