Perdieron. Se acabó. Dijeron que la historia estaba en contra. Pero no aquélla. Se equivocaron.
Se oyeron silbidos contra La Marsellesa cuando Francia cantaba su himno nacional.
Y hasta la fecha, nadie que ha silbado La Marsellesa cuando la estaban cantando ha salido todavía indemne...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de junio de 2006