Otoño en Málaga
HUÉSPED ligero el otoño llega
silencioso hasta Málaga. Yo rezo
por sus vendas benéficas de lluvia
fajando el dulce corazón maltrecho
del verano y su carne. Beso llamas
en las murientes hojas del recuerdo.
Adiós, fría glorieta. Sobre el banco
extiende octubre harapos verdinegros.
Caen frutos y pájaros. La niebla
cicatriza los besos.
Gran Vía
¡EH, compañero! ¿Buscas
al Cristo?, gritó alzándose el mendigo
predicador en su hacienda de andrajos
del banco donde duerme,
a espaldas del benéfico Caballero de Gracia.
Tuve miedo en la noche, por si fuera
el Cristo mismo, ebrio, quien me hablara,
y lo negué tres veces.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de julio de 2006