Se reparte Aix-en-Provence sus amores de 2006 entre Mozart y Cezanne, el primero porque aquí ha echado raíces gracias al festival lírico desde hace más de medio siglo, y justo es reconocer esa vinculación en este año de aniversarios. El segundo, por derechos totales: nació y murió en Aix; el centenario de su fallecimiento está presente en cada esquina.
En colaboración con un par de instituciones vienesas se ha afrontado en el Festival de Aix-en-Provence la ópera más popular de Mozart: La flauta mágica. La nueva producción escénica ha reclamado la dirección de un debutante en la ópera, el artista y hombre de teatro polaco Krystian Lupa, de gran prestigio por sus trabajos sobre Dostoievski, Broch, Musil o Bernhardt.
La flauta mágica
De Mozart. Mahler Chamber Orchestra, Arnold Schoenberg Chor. Director musical: Daniel Harding. Director de escena: Krystian Lupa. En coproducción con Wiener Festwochen y Año Mozart 2006 de Viena. Teatro del Arzobispado, 3 de julio.
Su versión de La flauta mágica no ha aportado gran cosa, quedándose a medio camino de casi todo. Lo mejor es el perfil mostrado de algunos personajes, desde una Pamina más campechana y vital que lo angelical que se suele mostrar, hasta un Papageno más sabio y menos simple de lo habitual. Lo más decepcionante es la falta de nervio del espectáculo, su sosería rítmica.
Ráfagas
En fin, no se ha repetido el milagro Ingmar Bergman con este título. Y tampoco la originalidad de Achim Freyer o La Fura dels Baus, por poner dos ejemplos en las antípodas.
Harding dirigió con corrección, pero sin luminosidad, a una orquesta que brilló a ráfagas solamente.
Impecable el coro vienés Arnold Schoenberg y homogéneo el reparto vocal, en el que sobresalieron por unas u otras razones Adrian Eröd como Papageno, Helena Juntunen como Pamina, Pavol Breslik como Tamino y Lubica Vargicová como Reina de la Noche.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de julio de 2006