Mario Aranda (Toledo, 19 años) estrena trabajo fijo, después de pasar seis meses en blanco. Le acaba de contratar, como aprendiz, la empresa Sir Gruppo Irg SL, para formar parte de un equipo que se dedica al mantenimiento de las centrales de Telefónica en la provincia de Toledo. Su primer empleo fue como teleoperador en un call center de Vodafone en la misma ciudad.
Nunca se había apuntado a una oficina de empleo. Durante los seis meses transcurridos en el paro se dedicó a presentar su currículo hasta en 15 empresas para probar suerte. "Todas me decían que no necesitaban a nadie", dice a la vuelta de su jornada de trabajo, pasadas las seis de la tarde.
Un amigo le comentó que en su empresa necesitaban a gente. Le entrevistaron y le ficharon. Ahora trabajan juntos. A las ocho y media de la mañana pasa a recogerle en una furgoneta con la que se desplazan por toda la provincia siguiendo la hoja de ruta con las incidencias del día.
"Ayer nos hicimos 500 kilómetros. Tuvimos que ir hasta el Puerto de San Vicente, más allá de Talavera de la Reina, a revisar el aire acondicionado de una central telefónica". Si pueden, comen en casa. Si no, donde les pille.
Mario gana 800 euros limpios al mes. Vive con sus padres y una hermana pequeña de 13 años. Estudió hasta conseguir el título de Graduado Social. "No quise seguir porque no aguantaba más. No me gusta estudiar. Nunca me ha gustado". Tampoco quiso seguir el oficio de su padre, fontanero. ¿No ganan mucho?, se le pregunta "No, lo justo" señala tras admitir que no piensa marcharse de casa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de julio de 2006