En la época en que nació el parque natural de L'Albufera los pescadores del lago solían tener entre 30 y 50 años; ahora cada vez hay menos, quedan los mayores. "No hay relevo generacional y no hay pesca", se lamenta David Marco, que vive y trabaja en la pedanía de El Palmar, en el corazón del humedal. L'Albufera "era antes una referencia idílica, pero ahora ya no", ha desaparecido el estuario y ha dejado "un pantano maloliente". Para David, el parque cumple años con mala salud, es como un enfermo "conectado al respirador".
La protección de L'Albufera ha frenado un deterioro acelerado, pero no ha servido para recuperar su antigua biodiversidad, y eso se refleja en las poblaciones de aves y en la variedad de peces, constata Mario Giménez, delegado en Valencia de SEO-Birdlife. "No se trata de mantener la postal, sino de mejorar y aspirar a recuperar el humedal", afirma Giménez, que advierte de que el arrozal también sufre "un sigiloso deterioro". La gestión del agua en el parque y en la producción del arroz es otro aspecto a revisar, opinan los expertos. José Pascual Fortea, presidente de los regantes de Sueca, defiende el papel de los agricultores en la conservación del parque y su interés por protegerlo. "Nos da de comer", recuerda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de julio de 2006