Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Crítica:

Demasiada calma

La segunda novela de la chilena Carla Guelfenbein es una historia de amistad y traición. La mujer de mi vida narra la relación entre una chica y dos chicos, desde un punto de vista que se mueve entre el intenso pasado juvenil y el crudo presente de la madurez.

Escribe Clara en su diario "no son muchas las certezas que tengo, pero si de algo estoy segura es que somos tres y que ese caudal de tiempo que se extiende amplio ante nosotros es poderoso y es nuestro". Es julio de 1986 y cuando Clara dice nosotros se refiere a Antonio, a Theo y a ella misma, protagonistas principales de La mujer de mi vida, la segunda novela de la chilena Carla Guelfenbein. Pero pasan quince años y Theo rebatirá la afirmación de Clara, que cuando anotó aquellas palabras en su cuaderno se pensaba y se sabía joven. El paso del tiempo no hará sino demostrar lo ilusorio de algunas convicciones.

En La mujer de mi vida, Theo, el narrador, oscilará en su recuento entre el pasado y el presente, mientras algunos apuntes del diario de Clara irán dando el contrapunto a una historia que se construye con amistad, amor y traición. Y serán ellos dos quienes nos dirán de un tercero, Antonio, un exiliado chileno, hombre de sentimiento hermético, callado, siempre en busca de segundas oportunidades y sin duda el más canalla de los tres, pero también el más traicionado. Sí, La mujer de mi vida es la historia de una amistad y de una traición pero también de un reparto de culpas de quienes en tiempo joven fueron estudiantes en la Universidad de Essex, la misma donde estudió la autora.

LA MUJER DE MI VIDA

Carla Guelfenbein

Alfaguara. Madrid, 2006

270 páginas. 18,95 euros

Así, en esta segunda entrega

(la primera, El revés del alma, también en Alfaguara) Guelfenbein construye un libro que es a la vez confesión y recuerdo. Sin embargo, este ambicioso proyecto choca frontalmente con la demora con la que se suceden los hechos, pues es lento el conversar y la quietud no ayuda a mantener la intensidad de una situación que parece dispuesta a revelar secretos. Hay un buen comienzo pero a la novela le sobra calma, aun en esa narración intimista que recrea la autora, pues quien lee, esta lectora, observa una quiebra entre el propósito y sus logros, y aunque la traición existe, ésta no parece justificar la causa del desencuentro. Lo mejor es el tono crepuscular de sus protagonistas, en el pasado y el presente, jóvenes entonces y ahora, y todavía entusiastas de felices encuentros. Personajes heridos y melancólicos. A destacar, pues, la hondura de algunos pasajes y a desterrar la calma que impide dar mayor entidad al secreto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de julio de 2006

Más información

  • Carla Guelfenbein