En la mina Conchita la vigilancia era escasa. A las tres de la tarde terminaba el trabajo y la dinamita no gastada se quedaba sin vigilancia. El ex minero Emilio Suárez Trashorras lo sabía. Robó la dinamita y se la entregó a los terroristas.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de julio de 2006