La violencia sólo engendra más violencia. Cientos de civiles mueren cada día como consecuencia de unos conflictos basados en el ojo por ojo y el diente por diente. Yo te secuestro a dos soldados, tú matas a cinco de los míos; has matado a cinco de los míos, yo pongo una bomba en el mercado de tu pueblo; tú pones una bomba en el mercado y matas a 20 civiles, yo saco los tanques y destruyo el lugar donde vives. Es la historia de la retroalimentación del odio, la sinrazón, la violencia y la venganza. Mientras tanto, las grandes potencias del mundo "civilizado" se mantienen impasibles, dictando resoluciones que nadie cumple y sin efectos prácticos.
Tan condenable es el terrorismo de Hezbolá o del brazo armado de Hamás como el terrorismo de Estado practicado por Israel. Mientras la UE permanezca indiferente y los EE UU continúen consintiendo, amparando y financiando el terrorismo de Estado disfrazado de "derecho a defenderse", sólo obtendremos más dolor, fanatismo y deseos de venganza. Y nada de esto salva vidas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de julio de 2006