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Perfil | Luis María Arredondo

Continuidad para el cambio

¿Un mero relevo jerárquico para que todo siga igual?, parodiando la máxima de Lampedusa en El Gatopardo, o ¿un cambio de timonel que prepara y esconde un giro en la estrategia y en el destino de la inmobiliaria? Luis María Arredondo, consejero delegado de Urbis desde 1994, es desde el miércoles su presidente. Sustituye en el cargo a Antonio Trueba, con el que ha compartido responsabilidades durante todo este tiempo, que abandona la inmobiliaria "por motivos personales". Según fuentes de la empresa, cuya propiedad comparte Banesto (52%) y ACS (28,2%), el cambio de presidente se ha adoptado de común acuerdo entre los distintos grupos representados en el consejo de administración y garantiza, dicen, una rápida sucesión y la continuidad en la gestión. Urbis ha incrementado en un 38% su beneficio en el primer semestre.

Quienes conocen a este ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que a parte de sus amigos y colaboradores no son muchos -ha rehuido siempre los focos y no abundan declaraciones públicas suyas-, alaban su capacidad de trabajo y su inteligencia, le califican de adelantado en las políticas hoy en boga de conciliación de la vida familiar y laboral, y le atribuyen un papel protagonista en la estrategia seguida y en el crecimiento de Urbis en los últimos años.

Arredondo, que está casado y es padre de cuatro hijos, y a quien le gusta el campo, la música y la lectura para su tiempo libre,ocupó con anterioridad una jefatura regional de carreteras del Ministerio de Obras Públicas entre 1969 y 1971, así como varios puestos de responsabilidad en empresas como Sacra, Corporación Inmobiliaria Hispamer, Edificación Madrid e Inmobiliaria Zabálburu, donde fue consejero delegado.

A juicio de algunos analistas del mercado, la promoción de Arredondo en Urbis puede significar un respaldo al gestor y a la vez un impulso al cambio en la gestión. Una aparente contradicción que se explica por un posible agotamiento próximo de un modelo exitoso de negocio (promoción, mercado doméstico y crecimiento orgánico) y de un modelo tradicional de control (es la última entre las grandes inmobiliarias y constructoras españolas que sigue dependiendo de un banco) en un entorno que ha variado sustancialmente a través de un intenso proceso de concentración a base de adquisiciones y fusiones. El mantenimiento de Urbis en la órbita de Banesto y del Santander no encaja bien, por otra parte, con la política de desinversiones empresariales seguida por la Familia Botín en general y en especial en este sector (ventas de Dragados a ACS y de Vallehermoso a Sacyr).

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de julio de 2006