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CARTAS AL DIRECTOR

Destruir Toledo

En la edición del lunes 24 de julio, un excelente artículo de Patricia Ortega, completado por una muy buena entrevista a María Rosa Suárez-Inclán, me permite hacer una reflexión sobre ese yacimiento visigodo "reencontrado" (porque todo el mundo sabía de su existencia) que a muchos les gustaría que permaneciera enterrado, dormido, olvidado.

Las autoridades regionales y municipales están intentando demostrar la poca importancia de estos restos. Me hago una pregunta: si hubiera aparecido algo similar en una ciudad sin un rico patrimonio como es Toledo, ¿tendría el mismo tratamiento? ¿O no se estarían planteando ya cómo atraer el turismo cultural transformando el yacimiento en un centro de interpretación del mundo visigodo?

Tal vez la desgracia de este yacimiento es que ha "reaparecido" en una ciudad muy bien dotada en lo que a patrimonio se refiere. Puede que algunos se planteen que el cupo de visitantes ya esté cubierto en Toledo y que este yacimiento es una carga más que un recurso.

La cultura del ladrillo, frente a la cultura del patrimonio. Lo que está sucediendo en Toledo es aún más profundo: se está sutilmente cambiando la principal función de la ciudad. Se pretende sustituir su función principal como ciudad de cultura y patrimonio en la que se basa su industria turística, en ciudad dormitorio aprovechando el boom urbanístico desencadenado desde Madrid. Esto justifica no sólo el sacrificio de un yacimiento único en su género sobre el urbanismo tardo-romano y visigodo, sino también la desaparición de un paisaje determinado que, hasta ahora, ha integrado en una unidad morfológica única todos los valores patrimoniales e históricos de esta ciudad.

¿Será capaz el urbanismo acelerado del siglo XXI de acabar con la última muestra de urbanismo visigodo que probablemente quede en el mundo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de julio de 2006