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Crítica:

Estruendosa biografía

Basada en la vida real de una ociosa jovencita de millonaria familia pero con muy malas compañías, que un buen día se lía la manta a la cabeza y se convierte en -lo han leído bien-, cazarrecompensas, Domino es un trepidante, pero mayoritariamente estruendoso vehículo de acción hecho a la medida del imparable estrellato de la joven

Knightley, a quien uno puede adivinar de cuando en cuando en el encuadre.

Lo de adivinar tiene su miga, porque el responsable de la función, Tony Scott, hace en ella, y para nuestra desgracia, lo que más le gusta: fragmenta el encuadre hasta la extenuación, monta planos que rara vez pasan de los tres o cuatro segundos, todo para, es de suponer, evitar que el interés decaiga. Y si no lo hace no es por el envoltorio con que nos presenta la historia, sino porque ésta es consistente y, como querrían los cánones, llena de ruido y furia.

DOMINO

Dirección: Tony Scott. Intérpretes: Keira Knightley, Mickey Rourke, Edgar Ramírez, Riz Abbasi, Mo'Nique. Género: criminal, EE UU, 2005. Duración: 127 minutos.

Si es usted capaz de resistir que apenas le dejen ver lo que ocurre en el encuadre, tal vez sea ésta su película; en caso contrario, váyase usted comprando una buena dosis de analgésicos, porque el dolor de cabeza parece al final asegurado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de julio de 2006