"El gas propano es muy denso, tiende a depositarse en el suelo del inmueble y tan sólo es necesario encender una televisión para que deflagre". La explicación del presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, que ejerció ayer de técnico, no deja lugar a dudas sobre cómo se produjo la explosión que hizo volar por los aires el segundo piso del edificio Jai Alai. Se da la circunstancia de que este gas, mucho más potente que el natural, no huele, por lo que es más que probable que ninguno de los vecinos fuese consciente de que había una fuga en la vivienda.
En el momento de la explosión había medio centenar de personas en el edificio. Pilar, una vecina del inmueble, relataba lo sucedido como si se tratase de una película de terror: "Era todo un desastre, gente yendo de un lado para otro intentando escapar del edificio".
El fuego se propagó hacia arriba. De ahí que los habitantes de la vivienda no murieran por inhalación y sí lo hicieran sus vecinos del piso superior. El aspecto de la fachada horas después del siniestro era desolador: las llamas habían carbonizado los balcones y habían arrasado los toldos de un edificio cuya estructura, sin embargo, quedó intacta, según los primeros informes técnicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de julio de 2006