LAX (Cuatro) y One Tree Hill (La 2) son dos ejemplos de actualidad filtrada por una oportuna dosis de ficción. La realidad es mucho más directa y no recurre al maquillaje narrativo del melodrama. Mientras el viernes LAX planteaba la crisis de un ex empleado del aeropuerto de Las Vegas que, en señal de protesta, secuestra a punta de pistola la torre de control, los informativos mostraban a los indefensos viajeros del aeropuerto de El Prat, secuestrados por un derecho a huelga tan salvaje que dinamitó los derechos de los demás. En One Tree Hill, la competitividad de un grupo de deportistas lleva a uno de sus protagonistas a buscar atajos químicos a base de esteroides y anfetaminas. En el escaparate real, en cambio, el ganador del Tour, Floyd Landis, está siendo juzgado por posible dopaje y tiene que salir a defender su violadísimo derecho a la presunción de inocencia. Lo lleva crudo: la inocencia no es un valor televisivo.
LAX juega con los peores recuerdos de los viajeros para establecer vínculos emocionales y One Tree Hill relata, en un tono a medio camino entre O.C. y Everwood (y con algún exceso de trascendencia y de moralina cursi), una historia con jóvenes sexys emocionalmente vulnerables que viven los vaivenes existenciales propios de su indefensa edad: tatuajes, incomprensiones paternas, presiones competitivas, desamores. No hubo ficción en El Prat, sólo 100.000 víctimas de un sabotaje y de una escandalosa pasividad del tejido político que, en el mundo de la ficción, resultaría inverosímil (los políticos sólo aparecieron para hacer declaraciones, menuda ayuda). La indefensión (de los afectados de El Prat, de Landis, de Isabel Pantoja, atracada por un reporterismo con menos deontología que el gremio de bandoleros) retransmitida por diversos géneros televisivos es el síntoma del subdesarrollo español más peligroso, el que, a causa de la autocomplaciente negligencia de los poderes públicos y de su impotencia para defender los valores colectivos, prioriza la impunidad en lugar de aplicar la ley.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de julio de 2006