Soy uno de los miles de farmacéuticos sin farmacia que hay en España, me siento marginado con respecto al resto de la sociedad por no poder ejercer mi profesión libremente como cualquier otro profesional. Según la Junta de Andalucía,mi compañero de pupitre está mejor preparado que yo para ejercer por el simple hecho de que su padre ya tiene farmacia o porque tiene millones de euros. Esta misma Administración pretende conceder varias licencias de apertura mediante concurso de méritos en el que los titulares de farmacias parten ya con una clara ventaja.
Me gustaría recordar al Gobierno que tanto está haciendo en política social, ahora que la UE ha interpuesto a España una demanda en relación a la ordenación farmacéutica, que todavía quedamos en este país ciudadanos que no pueden ejercer un derecho fundamental como es el de ganarse la vida por cuenta propia, y no ser un mero asalariado de una persona con la misma formación académica, pero que tiene el dinero para comprar una licencia, o porque las diferentes administraciones la traspasan de padres a hijos como si de títulos nobiliarios se tratase.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de agosto de 2006