En un tiempo fueron sinónimo de infancia o de vestuario deportivo. Hoy, muy al contrario, los pantalones cortos se usan de forma tan adulta y sofisticada como sea posible. En realidad, lo que sucede esta temporada es que los pantalones cortos le comen terreno a casi cualquier adversario: ganan la partida frente a la minifalda, se imponen a sus primos largos en el campo del traje chaqueta (como en la foto) y arrasan entre los vaqueros, especialmente si están cortados de forma casera y despreocupada. Una de las claves de este triunfo está en que el término corto admite dos acepciones o medidas: explícitos shorts o más recatadas bermudas. Con lo que se doblan las posibilidades y el público.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de agosto de 2006