El presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, promulgó ayer la nueva ley de pensiones cuyo primero objetivo es aumentar los incentivos para que los trabajadores ahorren por su cuenta de cara a su retiro, en lugar de confiar todo en los planes de pensiones.
Uno de los cambios aumenta progresivamente la cantidad que los trabajadores pueden destinar a sus cuentas personales de retiro de los 4.000 dólares (3.225 euros) actuales a 5.000 dólares (4.032 euros) en 2008.
Otra medida permite destinar una parte del salario a unas cuentas especiales de ahorro cuyos fondos se mantienen libres de impuestos hasta que se extraen de la cuenta.
Y es que se estima que los 30.000 planes de pensiones que hay puestos en marcha por las empresas deben ser complementados en 450.000 millones de dólares (362.000 millones de euros) por los trabajadores para asegurar los retiros.
En un acto especial en la Casa Blanca al que asistieron representantes de diversos sectores, Bush dijo que "los estadounidenses que pasan su vida trabajando, ahora deben tener la confianza de que sus pensiones estarán allí cuando se jubilen y las necesiten".
Algunos críticos con la ley consideran que los cambios legislativos no serán capaces de evitar que las compañías intenten congelar sus fondos de pensiones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de agosto de 2006