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Análisis:A LA PARRILLA

Milli Vanilli

Habló Basilio Martín Patino en Miradas 2 (La 2) de su nuevo rodaje, La hija del verdugo, y recordé una de las grandes joyas que TVE puede lucir en su corona cincuentenaria: La seducción del caos, producción propia de 1992 y extraordinaria vuelta de tuerca al marco de representación de lo real contaminado por los espejos del cine, el teatro y la música. Patino ha sido siempre un precursor, y La seducción del caos es el antecedente básico del ahora pujante género del "falso documental" (último ejemplo en cartelera: La niebla en las palmeras).

La falsificación abunda en la pequeña pantalla, y no podía ser menos con la cantidad de anuncios publicitarios, por momentos insoportable. Curiosísimo el de unas galletas que alardean de la pureza del aceite empleado en su elaboración; el abuelo, con la sorna de la edad, reprocha a las mujeres de la casa: "Os lo creéis porque lo anuncian". Y la hija responde: "No. Lo he leído". Siempre es de agradecer un apoyo a la campaña en pro de la lectura; como diría santa Teresa, entre las etiquetas del envasado también está Proust. Pero hay una tendencia en los spots a la infantilización, y no me refiero al anuncio en clave de tebeo de las pastillas Juanola, que reconforta saber vigentes, quizá más para alivio de la memoria que de la garganta. La puerilidad es ese anuncio de un maíz en lata donde un bebé habla con ridícula voz adulta y andaluza (en plan sicofonía de El exorcista), o las payasadas de los hombres-pez de una marca de cubalibre. Claro que el consumidor descontento con la estúpida propaganda de estos productos tiene a su alcance el antídoto: no comprarlos.

En su interesante libro de ensayos La condición Milli Vanilli (publicado en Argentina por Planeta), el poeta uruguayo Eduardo Espina habla, a propósito de aquel famoso dúo musical de falsos cantantes, del creciente dominio del efectismo sobre la verdad. Y lo cierto es que cualquiera de nosotros intenta, como dice Espina, "sentirse menos solo mediante la compañía de una muchedumbre de efectos". Dejándose engañar por los anuncios. Engañando a la vida con la ficción.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de agosto de 2006