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CARTAS AL DIRECTOR

Pasión fría

Boadilla del Monte, Madrid

No sería un desafuero que se debatiera de la Guerra Civil con ideas de paz. Las perogrulladas, en algunas ocasiones, hay que repetirlas; en otras, no. Le sobraban al loco que, contaba Kierkegaard, no consiguió abandonar el psiquiátrico por más que proclamaba "la Tierra es redonda".

Que los muertos de la Guerra Civil pertenecieron a los dos bandos es otra evidencia, como la del loco, pero ésta posee mayor complejidad. Recordar y recuperar a estos muertos o lo contrario: un problema de tomo y lomo. Es desolador constatar que, a 70 años del conflicto -Sánchez Albornoz se remonta hasta los Tratados de Westfalia para buscar su origen-, las dos Españas sigan definiendo a nuestro pueblo.

¿No sería posible sentar las bases para que floreciera la España que, incluyendo el binomio establecido, no tenga tanto que ver con la equidistancia ni con lo céntrico o excéntrico del espectro político, como con el matiz y la amplitud de perspectivas en el análisis?

Nuestra guerra es la tragedia elevada a categoría, pero no todo cabe en la tragedia si se busca construir una memoria colectiva que integre ese par de Españas. Pasión, por tanto, para hablar de la Guerra Civil, pero pasión fría.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de agosto de 2006