¿Es una mera casualidad que, en tan sólo un mes, un periódico publique tres largos artículos de opinión clarísimamente a favor de la existencia de la asignatura de educación para la ciudadanía? ¿Es simplemente fruto del azar que la lectura de estos escritos invite a creer que la única crítica posible de dicha materia consiste en las desmesuradas e injustificadas afirmaciones de la jerarquía de la Iglesia católica española, incapaz de asumir la separación entre las instituciones eclesiásticas y el Estado democrático?
¿Es puramente anecdótico que en dichas disertaciones no se examinen las discrepancias que pueden surgir a la hora de acordar cuáles han de ser los contenidos de esta asignatura, ni tampoco se planteen los problemas éticos, políticos y educativos que implica la implantación de una materia de estas características.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de agosto de 2006