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Crónica:LO QUE HA LLOVIDO

Una de monstruos

"Nadie encuentra a "Nessie". El lago Ness disminuía su volumen a causa de la persistente sequía -o pertinaz: las sequías siempre son pertinaces, como los marcos, incomparables-, con lo que nuestro monstruo escocés favorito, al que ya en condiciones normales se veía más bien poco, se encogía esta vez hasta la total desaparición. Tenía en jaque a toda una expedición de técnicos e ingenieros americanos, pero nada se sabía de la más famosa serpiente de verano, para desolación de las redacciones estivales de los periódicos.

Y hablando de monstruos, se presentaba como tercer candidato a las elecciones presidenciales de Estados Unidos por el Partido Independiente Americano un ex gobernador de Georgia, Lester G. Maddox, que, a sus 62 añitos, defendía ideas segregacionistas, apoyaba a los regímenes africanos de minoría blanca, como Rodesia y África del Sur, y tenía en su palmarés el meritazo de ser dueño de un restaurante de lujo en Atlanta en el que prohibía entrar a los ciudadanos de raza negra. Ultraconservador en política, y adversario reconocido de la Ley de Derechos Civiles, había ganado, no obstante, las elecciones para gobernador de Georgia en 1966. Cosas de las urnas.

También de la serie pelos de punta, la foto de un ciudadano irlandés que pasaba unos días de vacaciones en un ataúd "acondicionado para su ocio", según explicábamos y que, coincidiendo con esas fechas, celebraba bajo tierra su 41 cumpleaños. Presenciaban la escena de bajada de la caja a la fosa cuatro sepultureros y una nutrida representación de lo que quizá fuera su club de fans, niños incluidos. Él sacaba la mano por uno de los dos tubos que le suministraba aire y decía adiós.

Había días en que el periódico venía imposible de monotemático, aunque cada uno de los monstruos de la jornada tenía su propio estilo. El cuarto era Salvador Dalí. Contaba cosas dalinianas, como que todos los místicos pretendían convertir la materia en oro, porque "la única manera de espiritualizar la materia es aurificándola"; añadía que ser monárquico es creer en Dios -cierto es que hay que creer en Dios para ser monárquico-, y llegaba a afirmar: "Me considero el único genio vivo de nuestra época". Luego seguía, paradójicamente: "Me creo un mal pintor". Y remataba: "Me daría por satisfecho si un día me dijeran que soy uno de los mejores pintores de la provincia de Gerona". Puede dormir tranquilo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de agosto de 2006