Si el doctor Watson le diera a elegir entre un amplio catálogo genético, ¿qué encargaría para su futura hija? Éste es el pedido de quizá: "Una mente brillante y equilibrada, sin pasarse de brillante para evitarle problemas. Salud de hierro, cuerpo de atleta, bonita cara, la capacidad de ser feliz y que sea rica. Esto último lo pongo porque parece heredarse también". Luego hubo un momento tenso, cuando quizá quiso modificar su pedido fuera de tiempo:
-Quiero añadir unas adecuadas tendencias sociales.
-¿Amor a la patria? -le sugirió el pérfido Joker.
-¡No! ¡No quiero un supermonstruo de hija!
-Pero otros sí lo querrán, quizá -la voz del Joker se hacía cada vez más sibilina.
-¡Pues que se lo pongan a sus hijas!
Para que, en lo sucesivo, pudiéramos estar preparados para este tipo de incidentes, hice llamar a Josef K a mi despacho. Tardó dos horas, entró dando un portazo y dijo:
-¿Qué demonios quiere ahora?
-Doctor K, ésta es su especialidad: ¿cuál es el peor escenario posible de aquí a 50 años?
-La mayoría de la gente optará primero por mejorar el aspecto físico. Ocurrirán trágicos errores y las compañías tendrán que pagar indemnizaciones millonarias a los monstruos que logren nacer.
-Es usted adorable. Prosiga.
-Habrá oleadas de niños que compartirán los rasgos físicos que estén de moda en cada momento, como ocurre ahora con los nombres de pila.
-Entiendo, pero... ¿y el CI (cociente de inteligencia)?
-¡Sabe que no tengo fe en el CI! ¡La destreza verbal no tiene por qué ser compatible con la matemática! Pueden pasar generaciones hasta que mis criaturas copen los puestos de poder. Al principio se limitarían a... ¡la farándula!
Tres paradojas para listos: ¿Por qué el CI sube 3 puntos cada década? ¿Por qué su componente genética crece (y enormemente) con la edad? ¿Y por qué, si la inteligencia es adaptativa, varía tanto en cualquier población humana?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de agosto de 2006