El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha optado por mantener el pulso con la comunidad internacional. Teherán ha hecho caso omiso del ultimátum de un mes que le dio el Consejo de Seguridad de la ONU y sigue enriqueciendo uranio, uno de los potenciales pasos para fabricar armas nucleares. Ese ultimátum concluyó ayer, y, de inmediato, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, afirmó que "el desafío de Irán debe tener consecuencias", es decir, sanciones.
El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) confirmó ayer en un informe que Irán "no ha suspendido sus actividades relacionadas con el enriquecimiento de uranio, ni tampoco ha actuado de acuerdo con el Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación", que permite inspeccionar sin previo aviso las instalaciones iraníes. Fuentes del organismo precisaron que, pese a todo, no se ha obtenido "una prueba concreta" de que el programa de Irán tenga carácter militar.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de septiembre de 2006