Oliver Stone y Paul Verhoeven coincidieron ayer en la Mostra de Venecia para presentar sus propias visiones de dos grandes tragedias y sus circunstancias, acaecidas en sus naciones de origen y que han afectado drásticamente el rumbo de la historia.
Lejos de los efectos especiales y los personajes espaciales a los que nos ha acostumbrado Verhoeven (creador de películas tan taquilleras como Instinto básico, Robocop), El libro negro ofrece un interesante thriller bélico con mucha tensión.
"Todas las historias contadas en la película están basadas en hechos realmente acaecidos, así como la mayor parte de sus personajes que han sido inspirados en personas que vivían en aquella Holanda del 1945", explico el director. "El guión es el fruto de un extenso trabajo de investigación que me ha tomado más de 20 años", enfatizó.
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Una dolorosa reflexión, documentada y crítica, que no deja de lado el placer del espectáculo puro. "Por ello, El libro negro está cargado de suspense. El cine es un híbrido sorprendente de arte y comercio, y mi ideal es combinar este dualismo: una obra de calidad que haga rebosar las salas de cine. Una lección hollywoodiense que jamás he olvidado", dijo complacido.
"Directo al corazón"
En cambio, la proyección de World Trade Center, el filme del cineasta estadounidense Oliver Stone sobre los atentados del 11 de septiembre de hace cinco años, dejó perpleja a la crítica presente. "No es un filme político. Es un filme humano que habla directo al corazón. La política sólo divide a la gente", aclaró el realizador. "Reproduce la agonía de dos policías de Nueva York que en su dolor sienten la necesidad de ayudarse mutuamente. Esto supone una luz de esperanza para la humanidad, tan necesaria en estos momentos sombríos que vivimos, cuando lo peor esta aún por venir".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de septiembre de 2006